Hoy en día, cualquier editor de prensa diaria que se precie cuenta con los medios de producción adecuados para la fabricación de su producto. En las décadas pasadas la tendencia innovadora fue la descentralización de esos "puntos" de fabricación, dispersándolos geográficamente para la mejora y el ahorro en lo referido al transporte del producto final. Para ello, las compañías editoras desembolsaron grandes sumas de dinero, consecuencia de la adquisición y montaje tanto de máquinas rotativas, así como de grabación de formas impresoras. Hoy en día, en este mundo de la prensa que no deja de evolucionar, los requerimientos son aún mayores. Ya no basta con tener la capacidad de poder imprimir "el periódico" en una tirada, sino que surge además la necesidad de que sea a todo color y en el menor tiempo posible. Esto nos lleva a la actualización de toda esa maquinaria, a veces incluso antes de que se haya amortizado completamente. Si a esta situación contraponemos la tendencia a la baja que sufren la difusión y las ventas del diario, tenemos que cada día es menos rentable el dedicar ingentes sumas de dinero a este fin. Demasiados han sido ya los gurús que vaticinaban este declive, sin embargo y pese al desarrollo tecnológico que vivimos, no ha surgido aún ningún método que pueda sustituir al soporte de papel. Se han dado pasos hacia el desarrollo del papel electrónico, el más firme candidato, pero el alto coste del mismo (3.000 $ en formato A4) hace todavía impensable su uso masivo. Además éste tipo de soporte requiere de alimentación eléctrica (baterías de ion – LI), conexión a la web para la descarga de contenidos, su remplaza miento por desgaste de uso, etc.…
Mi experiencia, forjada a lo largo de algo más de diez años en este mercado, me lleva a pensar que la prensa sólo tiene un modo de alargar su “vida útil”, y es precisamente compitiendo con televisión, radio e internet en frescura. La lectura de la “actualidad” a día vencido convierte a este producto en algo obsoleto, por tanto una vía de escape a esta “muerte anunciada” quizá sea el desarrollo tecnológico hacia el vending, puntos de venta electrónicos en los cuales nuestro producto esté completamente actualizado, con mayor calidad de reproducción (haciéndolo así tremendamente atractivo a los anunciados). Esta idea ya se lanzó al mercado en el pasado, pero por diversos motivos no llegó a cuajar (seguramente le faltó el respaldo de las editoras). Sea como fuere, todos los que nos encontramos de algún modo vinculados a la prensa deberíamos aunar esfuerzos y no dejar de ningún modo que seamos víctimas de esta “muerte prematura”.
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