La frase de la película V for Vendetta, Remember remember, the fifth of november me sirve para comentar algo que hoy dijo el Semanario de la Arquidiócesis de México, Desde la Fe:
Desde la Fe se refiere a la participación de Felipe Calderón en la inauguración del Encuentro Mundial de las Familias, el cual se llevó a cabo en México del 14 al 18 de enero.
En ese evento, se dijeron cosas que, si no fueran tan serias, podríamos tomarlas a chanza: entre otras, se aseguró que la sociedad mexicana vive en crisis porque la familia se ha fracturado (lo que sí merece pensarse); que la única familia verdadera es la que forman un hombre y una mujer con sus hijos (lo que deja fuera a las madres y padres solteros, parejas homosexuales y a las personas que sin tener ningún vínculo sanguíneo han decidido legalizar su relación para poder heredarse mutuamente); que los homosexuales y las mujeres deben permanecer en sus casas, para no contaminar más a la doliente sociedad mexicana (o sea que aquellos que participan cada año en la marcha gay, y quienes acudimos a apoyarlos estamos en pecado mortal; además de que las mujeres estarían mejor en sus casas cuidando a todos los hijos que Dios les dé, en lugar de usurpar lugares que pertenecen a los hombres por derecho, como son las empresas públicas y privadas, las universidades y demás centros educativos, la política y ¡Me horroriza sólo pensarlo! La misma Iglesia).
Pero además, como dice Desde la Fe, todos aquellos que no estamos de acuerdo con que la Iglesia Católica pretenda gobernar nuestras vidas y conciencias somos “unos talibanes laicos”, que obstaculizamos su derecho a expresarse (¿?).
Desde que Carlos Salinas de Gortari reestableció las relaciones entre el Estado Mexicano y la Iglesia Católica, ésta ha querido retomar su lugar como rectora de la conciencia nacional. Ella se cree la única capacitada para decirnos cómo vivir y cómo pensar, y todos los que no queremos obedecerla somos unos dogmáticos fundamentalistas que atentan contra la democracia mexicana. Del mismo modo, intenta imponer un discurso histórico en el que aparecen como la institución que formó a México, y que ha sufrido los ataques de quienes la detestan.
Por todas estas cosas es fundamental que recordemos el 12 de julio. En 1859 el presidente Benito Juárez promulgó ese día las Leyes de Reforma. A partir de ese entonces los bienes del clero fueron nacionalizados, el Estado se separó de la Iglesia, Las monjas y frailes fueron exclaustrados y se extinguieron las corporaciones eclesiásticas, nació el registro civil para los actos de nacimiento, matrimonio y defunción, los cementerios fueron secularizados, y lo más importante: a partir de entonces cada mexicano cuenta con el derecho de creer o no en el Dios que más le convenga.
Como ya he dicho en otras ocasiones, la historia nos rodea y ésta sigue siendo un medio para legitimar acciones políticas de muy diferente índole. Más allá de La Academia está la sociedad, quien se merece contar con toda la información posible y de alta calidad para hacerse dueña de su destino. Si no conoce su historia, la sociedad puede caer en las garras de aquellos grupos que se valen de la distorsión del pasado para legitimarse en el presente y hacerse dueños del futuro nacional.
Por eso hay que recordar el 12 de julio. Porque desde ese día los mexicanos no tenemos que supeditar nuestras conciencias a ninguna institución religiosa y podemos convertirnos en los seres que nosotros queramos.
Ante aquellos que quieren dominarnos y nos llaman "talibanes laicos" cuando los criticamos, tenemos que oponer nuestro discurso y nuestras ganas de ser diferentes.
Este año se cumplen cien de la promulgación de las Leyes de Reforma. Es muy probable que el INEHRM organizará algún acto para celebrarlo, y otras instituciones seguramente harán lo mismo.
Pero lo que es realmente importante, es que cada ciudadano mexicano esté consciente de la trascendencia histórica de las Leyes de Reforma y que entienda de qué manera éstas lo protejen. Por eso también necesitamos historia, para darnos cuenta de cómo el pasado ha formado el piso sobre el que vivimos nuestro presente.
Recuerda recuerda, el 12 de julio.
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