La disciplina de la historia ha pasado por varias crisis desde el siglo XIX. (Como dirían los Mythbusters: ¡Precaución, contenido científico!, jejeje). Sigamos: la historia ha sido usada de varias formas desde hace miles de años; los relatos épicos sirvieron para darle identidad a esos grupos sociales que con el paso del tiempo se convirtieron primero en naciones y luego en Estados-nacionales. La historia también sirvió para educar a los gobernantes, ya que las experiencias del pasado podían servir para no repetir sus errores en el futuro (de esa forma escribió Maquiavelo El Príncipe). Al mismo tiempo, esa historia en construcción legitimaba a los gobiernos, puesto que ofrecía un discurso más o menos lógico que justificaba todo lo que había ocurrido en el pasado, pues gracias a eso la sociedad en cuestión gozaba ya de las bondades del Estado que la gobernaba (irónicos, abstenerse…)
Sin embargo, las cosas cambiaron durante La Ilustración, cuando las ciencias se desarrollaron. El discurso científico garantizaba la posibilidad de generar un conocimiento fiable, ya que se había producido de manera mensurable (o sea que era producto de un montón de mediciones) y verificado (lo que pasaba en un lugar del planeta, como por ejemplo tirar una manzana al piso, ocurría también en cualquier otro sitio). De este modo surgieron las "ciencias duras", como la física, química, biología y otras más.
Este afán científico se dirigió también a conocer mejor al ser humano, es entonces cuando nacen la sociología, la ciencia política y la economía. La Historia había servido en el pasado para explicar cómo eran las sociedades, de qué manera se gobernaban y por qué el intercambio de bienes y servicios era tan importante, pero ahora (siglos XVIII y XIX) parecía que su lugar iba a ser ocupado por las nuevas ciencias sociales, y que el final de la disciplina histórica había llegado. A lo más, serviría para recopilar aquellos datos que las otras ciencias usarían para entender mejor a la sociedad humana.
Pero la disciplina histórica no desapareció. Llegaron la Primera y la Segunda Guerra Mundiales, y el pensamiento humano dejó de creer que pronto tendría las respuestas a todas las dudas que tuviera. Las ciencias adoptaron una actitud "más humilde": ya no aseguraban que eran capaces de entender todo lo que pasaba en el Universo, y en lugar de eso avanzaban a partir de certidumbres, conocimientos pequeños producto de un proceso de ensayo y error, pero siempre sujetas a que las verificaran una y otra vez, y a que las descartaran cuando ya no sirvieran.
La historia también se "cientifizó" durante la Ilustración y siguió con ese proceso durante los siglos XIX y XX. Los trabajos de autores fundamentales como Leopold von Ranke, Wilhelm von Humboldt, Langlois y Seignobos, Marc Bloch, Lucien Febvre, Fernand Braudel, Eric Hobsbawm y muchos otros le dieron un nuevo rostro a la historia, la cual recobraba su lugar entre las ciencias humanas.
Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX llegó una nueva crisis para la historia: la crisis del giro lingüístico. Y quizá su mayor representante es el norteamericano Hayden White.
En su clásico, Metahistoria, White hace un estudio de la historiografía y la filosofía de la historia europeas durante el siglo XIX. Analizando a varios autores, como Ranke, Michelet, Burkhardt y otros, White se concentró en estudiar de qué manera cada autor escribió sus obras y cuál fue la razón para hacer eso. Lo que descubrió cimbró nuevamente a la disciplina histórica:
Al momento de tomar todos los datos que ha recopilado para ordenarlos, el escritor del pasado (pues eso también es un historiador), elige diversos modelos literarios:
Primero, tiene que elegir de qué manera contará su historia. ¿Será como un romance, en el que el héroe logra trascender los problemas y al final triunfa el bien; como una sátira, en la que el destino vence sobre el hombre, quien debe someterse a su destino; como una comedia, en donde el ser humano y su entorno se reconcilian, lo que al final es una victoria humana, aunque sea transitoria; o será una tragedia, con la caída del protagonista y la conmoción del mundo?
Segundo, ¿de qué forma explicará las causas de lo que acaba de narrar? ¿Lo hará de un modo formista, simplemente describiendo la situación; o de manera mecanicista, considerando que todos los personajes y el entramado de su obra son como piezas de un reloj en el que la falla de una de ellas provoca el caos en todas; o lo verá como un órgano que evoluciona con el paso del tiempo y tiene una dirección y un sentido; o preferirá enfocarse en la relación entre el personaje y su contexto?
Tercero y final, ¿qué implicación ideológica le dará? ¿preferirá el conservadurismo, que intenta mantener el orden del sistema; o el liberalismo que quiere un cambio gradual; o el radicalismo que busca los cambios rápidos, o un anarquismo que desea la destrucción de las estructuras de poder?
Es la combinación de esos elementos lo que produce lo que White llama "el estilo historiográfico"; la manera en que cada historiador escribe sus obras.
¿Cuál es el problema de todo esto? pues que, si al final lo importante no es lo que se narra, sino cómo se narra, entonces ¿cuál es la validez del conocimiento histórico? ¿Cómo podemos decir que tenemos certeza de un hecho del pasado, si este ya pasó por un proceso de manufactura en el que imperaron las decisiones del historiador que lo utilizó? ¿Como sabemos que lo que sabemos es cierto, y no solamente un relato supuestamente verdadero sobre una época en la que no estabamos vivos?
Hay que señalar que en Metahistoria, White se concentra en el proceso de escribir una obra sobre el pasado, y no habla sobre otros aspectos del trabajo histórico que son igual de importantes: cómo se elige el tema, qué preguntas hacerle, cómo responderlas, de qué manera trabajar con las fuentes, y varias más. No sé si en otras obras White aborda estos temas, pero hay que decir que el "giro lingüístico" se ha convertido en uno de los aspectos más importantes de la historiografía contemporánea.
¿Estaremos los historiadores simplemente construyendo relatos que creemos que son certeros, pero no pasan de ser un producto más de la imaginación? ¿Será que todos los prolegómenos historiográficos son meros pretextos antes de escribir "novelas reales" que no lo son?
Es un tema para pensarse, como lo han hecho muchos historiadores luego de leer a Hayden White. Lo cierto es que, en las perpetuas crisis de crecimiento, es el debate el que hace que el conocimiento humano avance, en cualquier campo.
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